1. Introducción
En España, la etiqueta «exposición inmersiva» se ha consolidado para describir propuestas culturales que combinan proyecciones de gran formato, sonido espacial, escenografías sensoriales y, en ocasiones, tecnologías de realidad extendida. Este enfoque no solo funciona como palanca de marketing —capaz de atraer públicos jóvenes y familias—, sino que responde a un consumo cultural que privilegia la experiencia. La escena madrileña y barcelonesa ofrece hoy un mapa muy claro: espacios como MAD – Madrid Artes Digitales en Matadero (Nave 16) y IDEAL – Centro de Artes Digitales en Barcelona operan con temporadas estables, estrenos propios y giras internacionales, señal de un mercado que se ha profesionalizado en apenas un lustro.
2. Génesis e histórico de las experiencias inmersivas
La obsesión por «meter al público dentro de la historia» no empezó con los proyectores láser. Ya en el siglo XIX, los panoramas circulares ofrecían vistas a 360° que envolvían al espectador en paisajes y batallas, anticipando la lógica de inmersión visual que hoy retoman las paredes y suelos de los centros digitales. En el siglo XXI, esa genealogía se reinterpreta con vídeo-mapping, sonido envolvente y realidad extendida, unida a una producción cultural que busca impacto escénico y accesibilidad.
En el caso español, la eclosión de centros permanentes y programaciones estables ha cristalizado a partir de 2019–2022, coincidiendo con la apertura de IDEAL en Barcelona y con la transformación de la Nave 16 de Matadero en Madrid en un polo de creación y exhibición inmersiva con inauguración oficial en marzo de 2022.
3. Actores y lugares emblemáticos en España
A. Un pionero español del formato: MAD – Madrid Artes Digitales y su ecosistema
MAD convierte la Nave 16 de Matadero en un centro de referencia europeo para creación y exhibición inmersiva, con producciones propias y coproducciones que combinan proyecciones 360°, VR y dispositivos interactivos. Su sede se presenta explícitamente como el único centro permanente de exposiciones inmersivas en Madrid, con estrenos recientes de gran visibilidad como «La leyenda del Titanic» y «Cleopatra» —esta última con 2.000 m² de recorrido, holografía y experiencias de metaverso interactivo que abren al visitante un abanico tecnológico poco frecuente en la museografía tradicional. La iniciativa nace del impulso conjunto de Layers of Reality, SOM Produce y Stardust, sumando el saber hacer de la industria de espectáculos en vivo y la experiencia acumulada en artes digitales.
B. Barcelona como polo creativo: IDEAL – Centro de Artes Digitales
En Barcelona, IDEAL opera como primer centro del sur de Europa dedicado a producción y exhibición de artes digitales, con más de 2.000 m² y ocho salas temáticas capaces de articular narrativas inmersivas con proyecciones, AR/VR y holografía. Gestionado por Layers of Reality, el espacio trabaja con universidades y empresas tecnológicas para investigar nuevas gramáticas de la inmersión y exporta exposiciones a otras ciudades, contribuyendo a situar a España en el mapa europeo del arte digital. La propia red turística de la ciudad posiciona a IDEAL como equipamiento singular por su combinación de cultura digital, investigación y experiencia de público.
C. Otros polos y formatos complementarios
El ecosistema español va más allá de los centros digitales puros. Madrid alberga espacios temáticos como Velázquez Tech, que reinterpreta Las meninas en clave sensorial e interactiva, y la capital también ha hecho de Matadero un nodo donde conviven laboratorios de creación, festivales como L.E.V. Matadero y experiencias XR, uniendo el ámbito expositivo con la investigación y la performance audiovisual. En paralelo, fenómenos de luz y naturaleza como «Naturaleza encendida» en el Real Jardín Botánico han demostrado la tracción de propuestas inmersivas al aire libre, contribuyendo al incremento del público visitante en los últimos años.
4. Razones del desarrollo y ejes de oportunidad
España ha consolidado un tejido mixto de productoras, centros y programadores que comprende desde operadores especializados en artes digitales hasta compañías de espectáculos y plataformas tecnológicas. La fórmula combina tres vectores: espacio icónico, producción de alto impacto escénico y comercialización digital de entradas y audiencias. En este último punto, el papel de Fever —nacida en España y hoy líder global en experiencias en vivo y ticketing— resulta determinante: a su capilaridad internacional se suma una financiación continuada que refuerza la capacidad de distribución y marketing de experiencias inmersivas dentro y fuera del país. Estas alianzas llegan incluso al deporte-espectáculo, como el acuerdo con el FC Barcelona para activar el Camp Nou como hub cultural, prueba del potencial de hibridación entre industrias.
5. Críticas, impactos y perspectivas
La promesa democratizadora de la inmersión se cumple en parte: los datos de asistencia en Madrid y Barcelona muestran una captación sostenida de familias y públicos no especializados, y los centros reportan millones de visitantes agregados en sus distintas sedes y giras. No obstante, el precio de entrada y el modelo de monetización a través de ventanas de «éxitos asegurados» generan debate sobre el alcance real de la inclusión cultural.
También persiste la tensión entre emoción y mediación: la contundencia visual y la narrativa espectacular pueden dejar en segundo plano la contextualización histórica o crítica, un punto que la programación reciente intenta compensar mediante VR guiada, recursos interactivos y, a veces, alianzas con museos y archivos.
En paralelo, la «blockbusterización» del formato —temas universales, marcas artísticas reconocibles, licencias históricas— asegura escalabilidad y exportación, pero plantea retos curatoriales y de sostenibilidad editorial para no diluir la singularidad del patrimonio. La industria española explora respuestas en clave híbrida: combinar proyección inmersiva con investigación artística y XR aplicada, abrir residencias y laboratorios, y medir impacto cultural más allá de la taquilla. El horizonte apunta a una madurez del sector donde la espectacularidad se ponga al servicio de la experiencia de conocimiento, y no al revés.
6. Conclusión
España se ha colocado en la primera línea europea de las exposiciones inmersivas gracias a la coincidencia de varios factores: centros permanentes en Madrid y Barcelona, operadores que dominan tanto la producción como la gestión de audiencias, y una cadena de valor que integra tecnologías XR, ticketing y comunicación digital. Este ecosistema ha logrado que las experiencias inmersivas no sean una moda pasajera, sino una política cultural de hecho con impacto urbano y turístico. La clave de su liderazgo futuro será el equilibrio: mantener la potencia emocional del formato mientras se refuerzan la mediación, la calidad curatorial y la accesibilidad económica, de modo que lo inmersivo no se limite a un envoltorio espectacular, sino que se consolide como una forma de conocimiento y disfrute cultural con sello propio español.